El género memorias, crónicas familiares y autobiografías se generaliza en el Renacimiento y se expande durante la Ilustración.

Hermann von Weinsberg, que vivió entre los años 1518 y 1598,  escribió una de las primeras autobiografías familiares de la historia. Su obra, en cinco tomos, se publicaría varias décadas después de su muerte. Con agudeza, le reprochaba a los historiadores no ocuparse de personas comunes. La historia no la hacen solamente las personas públicas y los gobernantes. Las novelas basadas en hechos reales nos acercan a un aspecto de la historia, difícil de encontrar en la historiografía clásica.

Con fuentes orales, algunas escritas y sus propias vivencias Mirta Altmark nos cuenta con agilidad fragmentos de vida que construyen una historia veraz, creíble y original.
Este libro narra la historia de una mujer que tiene que tomar la responsabilidad de sostener a su familia en un momento en el cual su esposo sufre una crisis importante y en una época en la que el trabajo femenino no estaba generalizado para todos los sectores sociales.

La autora devela parte de la vida de su madre pero al hacerlo relata, de soslayo, con agudeza, la Argentina de las décadas del 40, el 50 y el 60.

A pesar de ser episodios de un antepasado directo, Mirta no cae en la apología simplista. Encontramos un personaje central con sus grandezas, flaquezas y matices. No “heroiza” a los protagonistas y por eso podemos hablar de una novela basada en hechos reales, pero novela al fin. Todos los avatares y contradicciones de Zulema nos permiten ver personajes creíbles.

La protagonista es mujer, argentina y judía. Y a través de ella vemos los aportes y la incorporación de una comunidad que nos acompaña desde la etapa colonial de distintas formas, y también la participación de la mujer en la vida social y económica de nuestro país.

Pablo Gaiano